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EL MADRID CASTIZO
Un paseo por ese Madrid de manolas, majos, pichis y barquilleros
Madrid y su gente han sido, en numerosas ocasiones, motivo de inspiración en diversas manifestaciones culturales: pinturas de Goya o Velázquez, tonadillas escénicas, sainetes de D. Ramón de la Cruz, quintetos de L. Boccherini, novelas de Benito Pérez Galdós o Zarzuelas de diversos compositores, entre otros, tienen en Madrid un indudable punto de partida.
Los orígenes de la zarzuela se remontan a la segunda mitad siglo XVII -el compositor Juan Hidalgo y el escritor Calderón de la Barca, madrileños ambos, son dos más que interesantes representantes de esa época-. El teatro lírico español siempre tuvo mucha influencia italiana, sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, sin perder dicha influencia, comienza a coger mucho peso lo popular, destacando la figura de D. Ramón de la Cruz. Es en el siglo XIX cuando la zarzuela se convierte en un género donde predomina el costumbrismo español. A mitad de este siglo se produce un estallido de popularidad que llega prácticamente hasta nuestra Guerra Civil (1936), salvo excepciones. Equivalente a la Opéra-Comique francesa o al Singspiel alemán, se suele distinguir entre Zarzuela Grande -con 2 o 3 actos y toda cantada- y el Género Chico, con no más de un acto y partes habladas. Algo que identificaba a este último género era el querer reflejar el sentir popular principalmente del pueblo madrileño. Teatros como el Apolo, el Eslava o la Zarzuela acogían estas obras destinadas a todo tipo de público.
Paralelamente en Madrid, quizá por influencia francesa, algunas tonadillas del siglo XVIII evolucionan en los cuplés, adquiriendo éstos un tono pícaro y calificados como sicalípticos (pornográficos de acuerdo a las costumbres y moral de la época). Raquel Meller, La Bella Dorita, La Chelito o la misma Pastora Imperio, se encuentran entre estas cupletistas madrileñas o afincadas en Madrid.
Pero si hay una música que se relaciona e identifica con esta ciudad es el Chotis. Procedente al parecer de unas danzas escocesas, popularizadas en Francia y posteriormente en Alemania, llegan a Madrid en 1850, y es en la corte de Isabel II donde este baile disfrazado de Polka se establece y adquiere enorme popularidad con el tiempo. Muchos años después figuras como la gran Olga Ramos, se encargaron de mantener vivos tanto Cuplés como Chotis para el beneficio de esta ciudad.
La soprano Teresa García Villuendas, dotada de una magnífica vis cómica, acompañada por el pianista Duncan Gifford, y la colaboración especial de la pareja de chulapos David López y Carmen Cachadiña, la cantaora Lucía Leiva y la guitarra de Pepe Núñez, será la protagonista de este recital dedicado a ese Madrid castizo de manolas, majos, pichis y barquilleros, quizá ya desaparecido.
DUNCAN GIFFORD, piano
COLABORACIÓN ESPECIAL
David López y Carmen Cachadiña, chulapos
Lucía Leiva, cantaora
Pepe Núñez, guitarra
BREVE HISTORIA DEL CICLO DE CONCIERTOS «MANUEL DE FALLA»
En el año 2015 se cumplió el centenario del estreno de El Amor Brujo, de Manuel de Falla, posiblemente la obra de toda la historia de la música en la que mejor se entrecruzan la música clásica y el flamenco. Éste tuvo lugar en el Teatro Lara de Madrid, con Pastora Imperio y un pequeño conjunto de 14 músicos. Se tituló: El Amor Brujo –Gitanería en 1 Acto y 2 Cuadros-. Con el tiempo evolucionó en lo que hoy conocemos: un ballet con orquesta sinfónica. Pero la verdadera première se produjo con una orquesta de cámara y una cantaora-bailaora; el 15 de abril de 1915.
Con motivo de dicha efeméride se comenzó a organizar un ciclo de conciertos en la Casa de Granada en Madrid, bajo el nombre de Manuel de Falla, en el que se alternan recitales de música de cámara y flamenco. Posteriormente, el Ciclo se llevó al Ateneo de Madrid debido a la relación que tuvo el compositor gaditano con esta institución a principios del s. XX. Fue aquí, en el Ateneo de Madrid, donde, en 1915 también, se estrenó una de sus obras para voz y piano más emblemáticas -con el mismo compositor al piano-: Siete Canciones Populares Españolas. El Ciclo viaja también regularmente a la Sala Cero Teatro de Sevilla, ciudad en la que, en 1923, Manuel de Falla fundó la Orquesta Bética de Cámara y con la que estrenó, en versión de concierto, una de sus incuestionables obras maestras: El Retablo de Maese Pedro
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